miércoles, 15 de julio de 2015

LA EVALUACIÓN EN LA CLASE DE ELE




Si tuviera que definir el concepto de evaluación con respecto a la enseñanza, diría que representa una etapa fundamental en el proceso de aprendizaje, que se realiza para determinar en que medida se han alcanzado los objetivos planteados al principio. En general se trata de una operación que, a través de una prueba a la que sigue un juicio o una nota, intenta averiguar los resultados conseguidos por los alumnos.

Sin embargo, dentro de una perspectiva más amplia, como afirma Carles Monereo en una de sus entrevistas, cuando evaluamos sabemos si la persona que está aprendiendo va por buen camino o no. Es decir, evaluar no significa simplemente poner a prueba a los alumnos, medir su grado de conocimiento sobre unos temas específicos, sino se trata de disponer de informaciones sobre el progreso real de nuestros estudiantes comprobando así la eficacia de nuestro método de enseñanza.
Por lo tanto la evaluación se debe considerar como un instrumento de reflexión integrado en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como nos hace notar el mismo Monereo: creo que el problema es que la evaluación siempre se ha considerado al margen del aprendizaje, no como parte de él.

Además, siempre haciendo referencia a las palabras de Monereo, se debe distinguir entre evaluación sumativa, cuya finalidad es únicamente acreditar conocimientos, y evalación auténtica que, en cambio, contribuye a un tipo de aprendizaje más funcional. Se trata de proponer a los alumnos actividades reales, es decir que pueden ocurrir en su vida diaria, para que activen y desarrollen sus conocimientos, aptitudes y competencias. De esta manera el alumno será más consciente de su posición dentro del proceso de aprendizaje.

Está claro que no existe una única forma de evaluar, esto depende de la metodología propuesta y de la finalidad que se persigue, pero sí que existen varios elementos importantes que caracterizan la evaluación.
En mi opinión esta debería ser siempre objetiva, o sea independiente de los juicios personales del profesor; continua, es decir se deben realizar pruebas de forma periódica a lo largo de todo el periodo de enseñanza para darse cuenta de cómo evoluciona el aprendizaje y motivadora, en el sentido de que el profesor funciona como estímulo para crecer y mejorar.
Además, el proceso de evaluación debería interesar tanto los discentes como los docentes, mejor dicho los que generalmente evaluan deberían también autoevaluarse, reflexionando sobre su práctica con el fin de individuar tanto los puntos de fuerza como los límites, y así mejorarse contribuyendo positivamente al buen éxito del proceso de enseñanza-aprendizaje.


Antes de asistir a esa clase consideraba la evaluación algo “sumativo”, para retomar las palabras de Monereo, como una operación cuya finalidad era simplemente la de calificar, poner una nota o un juicio, sin tener en cuenta todos estos aspectos que, en cambio, resultan fundamentales a la hora de evaluar a nuestros alumnos.

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